domingo, 4 de marzo de 2007

Don quijote cuerdo

“Apenas los vio don Quijote, cuando dijo:

-Dadme albricias,[8] buenos señores, de que ya yo no soy don Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano, a quien mis costumbres me dieron renombre de Bueno. Ya soy enemigo de Amadís de Gaula y de toda la infinita caterva de su linaje, ya me son odiosas todas las historias profanas del andante caballería, ya conozco mi necedad y el peligro en que me pusieron haberlas leído, ya, por misericordia de Dios, escarmentando en cabeza propia, las abomino.

[…]

-Verdaderamente se muere, y verdaderamente está cuerdo Alonso Quijano el Bueno; bien podemos entrar para que haga su testamento.

Estas nuevas dieron un terrible empujón a los ojos preñados de ama, sobrina y de Sancho Panza, su buen escudero, de tal manera que los hizo reventar las lágrimas de los ojos y mil profundos suspiros del pecho; porque, verdaderamente, como alguna vez se ha dicho, en tanto que don Quijote fue Alonso Quijano el Bueno, a secas, y en tanto que fue don Quijote de la Mancha, fue siempre de apacible condición y de agradable trato, y por esto no sólo era bien querido de los de su casa, sino de todos cuantos le conocían.”


Este fragmento se encuentra en el último capítulo de la obra cuando don Quijote llega a su final. Enferma y se encuentra en un estado muy grave, pero no le impide reconocer la locura con la que ha vivido las aventuras narradas en su papel de don Quijote de la Mancha. Ahora es Alonso Quijano el Bueno, un hombre cuerdo.
Sus más allegados, es decir, su ama, su sobrina y su escudero Sancho Panza, dicen que tanto don Quijote como Alonso Quijano son la misma persona y con las mismas virtudes “de apacible condición y de agradable trato” por eso todos le querían.

Pienso que este fragmento es muy importante, ya que es cuando don Quijote reconoce su locura y tiene un matiz de tristeza porque el protagonista se muere y el autor nos refleja el dolor de su ama, su sobrina, y sobre todo el de Sancho Panza.

1 comentario:

Ana Romeo y compañía dijo...

Fijaos en el estilo retórico y precioso de las palabras de don Quijote y de la pluma de Cervantes.
¡Como no sepáis ver los recursos estilísticos, os mato!