viernes, 16 de febrero de 2007

Debajo de ser hombre puedo ser Papa


Y volviéndose a mirar al cura, prosiguió diciendo:
—¡Ah, señor cura, señor cura! ¿Pensaba [
*] vuestra merced que no le conozco y pensaba [*] que yo no calo y adivino adónde se encaminan estos nuevos encantamentos? Pues sepa que le conozco, por más que se encubra el rostro, y sepa que le entiendo, por más que disimule sus embustes. En fin, donde reina la envidia no puede vivir la virtud, ni adonde hay escaseza la liberalidad [29]. ¡Mal haya el diablo, que si por su reverencia no fuera [30], esta fuera ya la hora que mi señor estuviera casado con la infanta Micomicona y yo fuera conde por lo menos, pues no se podía esperar otra cosa, así de la bondad de mi señor el de la Triste Figura como de la grandeza de mis servicios! Pero ya veo que es verdad lo que se dice por ahí: que la rueda de la fortuna anda más lista que una rueda de molino y que los que ayer estaban en pinganitos hoy están por el suelo [31]. De mis hijos y de mi mujer me pesa [32], pues cuando podían y debían esperar ver entrar a su padre por sus puertas hecho gobernador o visorrey [*] de alguna ínsula o reino, le verán entrar hecho mozo de caballos. Todo esto que he dicho, señor cura, no es más de por encarecer a su paternidad haga conciencia del mal tratamiento que a mi señor se le hace [*][33], y mire bien no le pida Dios en la otra vida esta prisión de mi amo [34] y se le haga cargo de todos aquellos socorros y bienes que mi señor don Quijote deja de hacer en este tiempo que está preso.

—¡Adóbame esos candiles [35]! —dijo a este punto el barbero—. ¿También vos, Sancho, sois de la cofradía de vuestro amo? ¡Vive el Señor que voy viendo que le habéis de tener compañía en la jaula [36] y que habéis de quedar tan encantado como él, por lo que os toca de su humor y de su caballería! En mal punto os empreñastes de sus promesas [37] y en mal hora se os entró en los cascos la ínsula que tanto deseáis.
Yo no estoy preñado de nadie —respondió Sancho—, ni soy hombre que me dejaría empreñar, del rey que fuese [
38], y, aunque pobre, soy cristiano viejo y no debo nada a nadie; y si ínsulas deseo, otros desean otras cosas peores, y cada uno es hijo de sus obras; y debajo de ser hombre puedo venir a ser papa [39], cuanto más gobernador de una ínsula, y más pudiendo ganar tantas mi señor, que le falte a quien dallas. Vuestra merced mire cómo habla, señor barbero, que no es todo hacer barbas y algo va de Pedro a Pedro [40]. Dígolo porque todos nos conocemos, y a mí no se me ha de echar dado falso [41]. Y en esto del encanto de mi amo, Dios sabe la verdad, y quédese aquí, porque es peor meneallo.


(47,I)

No hay comentarios: